Cuando el mundo parece detenerse
El despertador cayó al suelo con un ruido seco, como cada mañana, siempre le había costado levantarse más de lo normal, pero al final, siempre acababa pensando en el enorme esfuerzo que habían realizado sus padres para que él pudiera ir a la universidad, y acababa metiéndose en la ducha casi de buen humor mientras en la radio escuchaba "La Jungla".
Desayunó a toda prisa como cada mañana, y bajó las escaleras de tres en tres para no perder el tren. No le había dado tiempo de despedirse de su madre que aún dormía, no solía levantarse hasta las 10, se preparaba y entraba a trabajar a las 12 y media. Hacía rato que su padre se había ido a la obra, era albañil. Mientras veía el tren acercarse al anden pensaba en la suerte que tenía de poder entrar cada mañana a clase en la facultad, sus padres se habían matado siempre a trabajar para que él pudiera tener lo que ellos no habían tenido a su edad, y eso le hacía esforzarse más que los demás. Un día les recompensaré con creces todo lo que han hecho por mí, pensó mientras cruzaba las puertas del tren.
En cuanto se sentó, vio a la chica morena, cada mañana coincidía con ella en la misma parada, ambos se bajaban juntos al llegar a la universidad, pero nunca había hablado con ella, puede que hoy sea diferente, se dijo, algo me dice que hoy las cosas van a cambiar.
El tren estaba empezando a frenar para entrar en una de las paradas, de repente, él la miró a los ojos, cosa que nunca se había atrevido a hacer, ella sonrió y abrió la boca como para decir algo. Seguro que tiene una voz preciosa, se dijo él.
Pero de su boca no salió ninguna palabra, en el mismo momento en que ella parecía ir a decirle algo, una enorme explosión hizo temblar todo el tren y las luces se apagaron. Todo el mundo gritaba, él mantuvo la calma e intento acercarse hasta la chica morena para calmarla y ayudarla, le tendió su mano para levantarla y salir del tren, pero justo cuando la había cogido, otra explosión le tiró al suelo y apagó de nuevo las luces, pero no las del tren.
Para el resto del mundo, el tiempo pareció detenerse en ese momento, de repente dejó de tener sentido ir a trabajar, ir a clase, apresurarse para no perder el autobus, repasar los apuntes en el viaje antes de entrar al examen...
Ya nada parecía tener sentido
Desayunó a toda prisa como cada mañana, y bajó las escaleras de tres en tres para no perder el tren. No le había dado tiempo de despedirse de su madre que aún dormía, no solía levantarse hasta las 10, se preparaba y entraba a trabajar a las 12 y media. Hacía rato que su padre se había ido a la obra, era albañil. Mientras veía el tren acercarse al anden pensaba en la suerte que tenía de poder entrar cada mañana a clase en la facultad, sus padres se habían matado siempre a trabajar para que él pudiera tener lo que ellos no habían tenido a su edad, y eso le hacía esforzarse más que los demás. Un día les recompensaré con creces todo lo que han hecho por mí, pensó mientras cruzaba las puertas del tren.
En cuanto se sentó, vio a la chica morena, cada mañana coincidía con ella en la misma parada, ambos se bajaban juntos al llegar a la universidad, pero nunca había hablado con ella, puede que hoy sea diferente, se dijo, algo me dice que hoy las cosas van a cambiar.
El tren estaba empezando a frenar para entrar en una de las paradas, de repente, él la miró a los ojos, cosa que nunca se había atrevido a hacer, ella sonrió y abrió la boca como para decir algo. Seguro que tiene una voz preciosa, se dijo él.
Pero de su boca no salió ninguna palabra, en el mismo momento en que ella parecía ir a decirle algo, una enorme explosión hizo temblar todo el tren y las luces se apagaron. Todo el mundo gritaba, él mantuvo la calma e intento acercarse hasta la chica morena para calmarla y ayudarla, le tendió su mano para levantarla y salir del tren, pero justo cuando la había cogido, otra explosión le tiró al suelo y apagó de nuevo las luces, pero no las del tren.
Para el resto del mundo, el tiempo pareció detenerse en ese momento, de repente dejó de tener sentido ir a trabajar, ir a clase, apresurarse para no perder el autobus, repasar los apuntes en el viaje antes de entrar al examen...
Ya nada parecía tener sentido
3 comentarios
Lydia -
Trantor -
Lydia -
Es incomprensible, tanta maldad dentro de un cuerpo.