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Que mienta si me muero

METROSEXUAL

METROSEXUAL No hacía ni tres dias que había encontrado el libro de casualidad en el Corte Inglés y ya lo tenía claro.

- Mamá, de mayor quiero ser metrosexual, chillé entrando en la cocina a trompicones.

Tras esquivar un zapatillazo que se dirigía rápida y certeramente a mi cara, volví a gritar:

-Metrosexual madre, metrosexual, no homosexual.

Esta vez la zapatilla me rozó la oreja izquierda, menos mal que no le quedaban más, porque la siguiente me hubiera dado en plena cara, su puntería y su fuerza aumentaban con el enfado. Decidido a no ceder en mi empeño de convertirme en metrosexual, seguí intentándolo. El primer paso para serlo, es avisar a los padres, todo el mundo sabe eso.

-Verás madre, no es nada malo, espera que voy a por el libro y te leo lo que es. Y me dirigí a mi habitación a por el libro de Mark Simpson que acababa de comprar, una vez lo tuve en mis manos, empecé a recitar la definición que en él aparecía:

“El típico metrosexual es un joven con dinero para gastar, que vive en las metrópolis, donde están las mejores tiendas, clubs, gyms y las mejores peluquerías. Puede ser oficialmente gay, hetero o bisexual, pero esto no tendría tanta importancia porque se toma a sí mismo como su propio objeto de amor y placer. Son profesionales independientes, modelan, trabajan en los medios y las productoras o en la música pop y, ahora, también en los deportes, pero aman los productos de vanidad masculina…. “

Justo cuando acabé de leer me di cuenta que mi madre ya había recogido las zapatillas y estaba más que dispuesta a probar de nuevo su puntería, pero sorprendentemente, no me atizó. Como buena madre, se limitó a decir:

-Tú haz lo que quieras, pero eso me parece una gilipollez. Además, a ver de donde coño sacas el dinero con lo vago que eres, y del gimnasio ni hablemos.

Ese es el problema de las madres, que te conocen como si te hubieran parido, y son excepcionalmente buenas destrozando todos tus proyectos y sueños.

Como veia que con mi madre no había nada que hacer, y que de ahi no la iba a sacar, me decidí a probar con mi padre, con tal mala suerte que lo pillé durmiendo su reglamentaria siesta de tres horas en el sofá de casa. La técnica a usar estaba clara, primero cambiaría el canal de la tele quitando "Aquí hay tomate" y poniendo el documental de la dos, con ello conseguiría despertarlo inmediatamente, luego le comentaría mis intenciones, dejando claras la diferencias entre metrosexual y homosexual, por si acaso.

-¿Que te vas a hacer qué?. Fué su respuesta.
-Metrosexual, no homosexual. Le dije señalando la portada del famoso libro, intentando que al leerlo se diese cuenta que no era lo que él estaba pensando.

Le dió igual metro que homo que hetero que asexual.

-Tu lo que te vas a volver es un desgraciao y un gilipollas como no te pongas a trabajar pronto, o qué te crees, que te vamos a estar manteniendo toda la vida, vago, que eres un vago.

Ese es el problema de los padres, que les da igual lo que digas o hagas, para ellos lo único importante es que trabajes para que no seas un desgraciado de por vida, y aprovechan cualquier ocasión para recordártelo, aunque no venga a cuento ni por asomo, como en este caso.

Completamente abatido decidí retirarme a mis aposentos a lamentarme de mi mala suerte y de mis retrógrados padres tumbado en la cama, mientras trataba de inventar una nueva excusa para no ponerme a trabajar este año.

2 comentarios

Pandora -

Uf, que bien suena eso de metrosexual... venga, me apunto al carro yo también :)

Marta -

Muy buena la historia, pero... hace tiempo ya que descubrí, que lo que quisiera hacer con mi vida, no dependía de lo que ellos -mis padres- pudieran decirme.
Yo vivo mi vida, y será más dura o más sencilla, pero soy dueña de mis decisiones, y si quiero ser metrosexual, porqué no intentarlo?
Un beso!