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Que mienta si me muero

El final de las cosas.

El final de las cosas. Ellos creían que se amarían por siempre, que la vida de él y la de ella serían hasta el final la vida de los dos.

Pero las cosas se acaban aunque uno no quiera que lo hagan, y el amor no es una excepción. Se llevaban tan bien como pueden llevarse dos personas. Tenían gustos lo bastante parecidos para compartir cientos de secretos, y lo bastante diferentes para tener otros tantos para sí mismos.

Él pensó que estaría a su lado en todos esos momentos preciosos de las películas americanas. Ella creyó que pasaría con él todos esos períodos de los que hablan tantas y tantas canciones. Pero las personas y las relaciones no son para siempre, como el cine o la música.

Antes tenía una pareja de amigos, ahora dos amigos sin pareja. Para que luego digan que en el amor no hay nada lógico. Pura matemática.

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