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Que mienta si me muero

Armas de destrucción masiva.

Armas de destrucción masiva. Doscientos aviones volando sobre un interminable desierto. Seismil millones de vidas que no valen más que seismil millones de balas. Desesperación en los ojos de la gente, miedo en sus almas, y temor en sus mentes ante un incierto futuro en el que las personas valen lo mismo que su capacidad de ser imprescindibles.

Estamos en la era de la información, donde el valor de los sabios ya no es el de antes, ahora sólo el verdadero genio tiene valor, y nos desesperamos por parecer diferentes a los demás. Nos pasamos la vida oyendo decir que la guerra ya no es la del pasado, que ya no hace falta cambiar las cosas, ahora hay que tratar de mantenerlas donde están, que las luchas del presente no son trascendentales, que otros ya se sacrificaron hace años para que ahora no tengamos que hacerlo y podamos limitarnos a sentarnos en nuestros salones y quejarnos.

Cuando alguien tiene una idea revolucionaria, nos llega a traves de la televisión y no hacemos otra cosa que aceptarla como viene, antes se preocupaban por las consecuencias, por las motivaciones, por las implicaciones de lo que sucedía, ahora sabemos que otros lo hacen por y para nosotros, es el comienzo del final dirán algunos, es el final de la lucha dirán otros.

Nunca se pondrán de acuerdo y querrán hacer una guerra, no para demostrar que tienen razón, sino para hacer ver a los demás que se equivocaban. Nosotros no somos más que peones que ellos van a utilizar como arma arrojadiza. Nos llaman "la opinión pública" y nos convencen de que hacen las cosas en nuestro nombre, pero solo somos un instrumento en sus manos, como una bala de cañon que en manos de un soldado inexperto puede no servir para nada, pero que dirigida por un buen artillero se convertirá sin remedio en el arma más mortífera jamás creada.

Ellos tienen la fuerza, pero necesitan nuestro consentimiento para usarla, solo tienen que manipularnos a su antojo para que les apoyemos, e incluso pidamos a gritos la invasión de algún lejano país en nombre de la verdad, la justicia o la libertad. Ellos saben que ninguna de esas cosas tiene nada que ver, solo el dinero es una causa lo bastante buena para sus guerras.

Que no cuenten conmigo, hace ya tiempo que dejé de creer en papa noel, en los reyes magos, y en las buenas intenciones de aquellos que pretenden decirnos qué hacer o cómo hacerlo.

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