Más y más sueños.
Cada mañana al despertar, permanezco unos instantes con los ojos cerrados, deseando con todas mis fuerzas que no haya sido un sueño. Tratando de evitar que la realidad me destroze demostrándome sin piedad que mi vida no es como yo desearía que fuese, y que ni siquiera es como yo pensaba que sería de niño. Desde ese momento, el día solo puede empeorar, los edificios cada vez parecen más altos, las personas más estúpidas, y las calles más aburridas.
Este fin de semana he vuelto a soñar con Sonia. Cada vez que creo que he conseguido olvidarme de ella, aparece como un fantasma el otro lado de la calle, o llegando tarde a clase, y caigo en la cuenta que aún sigo deseando tenerla cerca, y que me gusta mucho más de lo que me atrevo a confesar.
0 comentarios