... me aburre.
Conocer a una chica en verano, empezar a darle vueltas a la cabeza hasta marearme, llegar a absurdas conclusiones en noches de insomnio, decidir, y volver a decidir, y un rato después volver a decidir, y al final dudar. Intentar sonar distinto, tratar de llenar los silencios en la conversación para no aburrir.
Primero pensé que me gustaba mucho, que con el tiempo podría llegar a enamorarme, luego me di cuenta que nunca llegaría a depender de ella tanto como creía. Decidí seguir intentándolo, incluso cuando las cosas se ponían terriblemente difíciles, y volví a bajar. Es una especie de mecanismo de autodefensa, cuando me doy cuenta que una chica puede llegar a gustarme, aparece el miedo al rechazo, y después los primeros síntomas. Los defectos se materializan como por arte de magia y acabo siempre decidiendo que ya no me gusta.
Pues en este caso me propuse que no fuera así, desactivé el mecanismo de autodefensa y traté de llegar a algun sitio, en concreto a su lado, pero los defectos acabaron por aparecer, no se debían a mi estúpido miedo al rechazo, ahora eran de verdad.
Yo sabía que no teníamos demasiado en común, pero nunca pensé que en realidad no teníamos nada en común. Paso miles de horas con ella, y el resultado siempre es el mismo... me aburre.
Me aburren sus maravillosas historias, me aburren sus estúpidos amigos, me aburre su inseguridad, su inmadurez, sus absurdas ideas sobre la vida, o la ausencia de ellas. Me aburren sus tonterías, me aburren sus mensajes al móvil, su voz por teléfono, y me aburren sus apuntes, sus cigarros, sus cafés y hasta las horas antes y después de estar con ella.
Lo malo de todo esto no es el tiempo que pierdo con ella o pensando en ella, a mi si algo me sobra es precisamente el tiempo, lo malo es cómo me hace sentir, al final acabo yo por contar algunas de mis más aburridas historias para no desentonar del tono estúpido de la conversación, acabo pareciéndome tanto a ella, que llego a aburrirme a mi mismo. Y si alguna vez estuve ligeramente orgulloso de algo, es de no ser aburrido.
La decisión estaba tomada hace días, pero hasta hoy no se ha aparecido claramente en mi cabeza, como surgida de algún sueño. No pienso dejar que me aburra, ni que me convierta en alguien tan vacío y aburrido como ella. Por suerte el verano acaba, y con él terminan las obligaciones sociales, y los cafés por compromiso...
Primero pensé que me gustaba mucho, que con el tiempo podría llegar a enamorarme, luego me di cuenta que nunca llegaría a depender de ella tanto como creía. Decidí seguir intentándolo, incluso cuando las cosas se ponían terriblemente difíciles, y volví a bajar. Es una especie de mecanismo de autodefensa, cuando me doy cuenta que una chica puede llegar a gustarme, aparece el miedo al rechazo, y después los primeros síntomas. Los defectos se materializan como por arte de magia y acabo siempre decidiendo que ya no me gusta.
Pues en este caso me propuse que no fuera así, desactivé el mecanismo de autodefensa y traté de llegar a algun sitio, en concreto a su lado, pero los defectos acabaron por aparecer, no se debían a mi estúpido miedo al rechazo, ahora eran de verdad.
Yo sabía que no teníamos demasiado en común, pero nunca pensé que en realidad no teníamos nada en común. Paso miles de horas con ella, y el resultado siempre es el mismo... me aburre.
Me aburren sus maravillosas historias, me aburren sus estúpidos amigos, me aburre su inseguridad, su inmadurez, sus absurdas ideas sobre la vida, o la ausencia de ellas. Me aburren sus tonterías, me aburren sus mensajes al móvil, su voz por teléfono, y me aburren sus apuntes, sus cigarros, sus cafés y hasta las horas antes y después de estar con ella.
Lo malo de todo esto no es el tiempo que pierdo con ella o pensando en ella, a mi si algo me sobra es precisamente el tiempo, lo malo es cómo me hace sentir, al final acabo yo por contar algunas de mis más aburridas historias para no desentonar del tono estúpido de la conversación, acabo pareciéndome tanto a ella, que llego a aburrirme a mi mismo. Y si alguna vez estuve ligeramente orgulloso de algo, es de no ser aburrido.
La decisión estaba tomada hace días, pero hasta hoy no se ha aparecido claramente en mi cabeza, como surgida de algún sueño. No pienso dejar que me aburra, ni que me convierta en alguien tan vacío y aburrido como ella. Por suerte el verano acaba, y con él terminan las obligaciones sociales, y los cafés por compromiso...
4 comentarios
Trantor -
En verano puedes disfrazar el aburrimiento con terrazas, cañas, piscina, excursiones, etc... Ahora ya no hay excusas.
cuqui -
R -
Nadie dijo que esto de vivir fuera fácil.
Marta -